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lunes, 9 de enero de 2012

Perspectiva de la ciencia acerca del “juicio final”

Los fenómenos que en realidad podrían devastar al planeta no sucederán en 2012

APOCALIPSIS LEJANO.Los fenómenos que en realidad podrían devastar al planeta no sucederán en 2012 (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Lunes 09 de enero de 2012Guillermo Cárdenas Guzmán | El Universal


Las leyendas y profecías sobre el fin del mundo abundan en la historia de la humanidad. Desde el gran diluvio con el arca de Noé hasta las recientes versiones supuestamente basadas en escritos mayas (y descartadas por los arqueólogos), dicho temor se ha expresado en las más inusitadas formas.

La literatura religiosa y de ciencia-ficción, las narraciones tradicionales de los pueblos, así como las grandes producciones cinematográficas al estilo Armageddon o The Day After Tomorrow han abordado profusamente esta ancestral incertidumbre humana por el holocausto final.
Pero estos escenarios apocalípticos —que por lo regular contemplan la aniquilación total o parcial de la humanidad o su entorno, seguida por un periodo de renovación o renacimiento— no son exclusivos de las religiones o la fantasía: también la ciencia los ha contemplado.
Eventos como el cambio climático, el choque de asteroides, la erupción de volcanes, dilatadas llamaradas solares, sobrepoblación, contaminación ambiental o epidemias mortíferas son sólo algunas de las amenazas que podrían destruir al mundo o al menos a nuestra especie.
En su libro Our final century (Nuestro último siglo) sir Martin Rees ha calculado las probabilidades humanas de sobrevivir más allá del año 2100. Según el célebre astrónomo británico, éstas no serían mayores al 50%, dado el fácil acceso a tecnologías con potencial impacto global, como la biología sintética.
Horas ¿contadas?

En otra obra sobre el tema titulada Our final hour, a scientist warning (Nuestra hora final, la alerta de un científico), Rees resalta que “el lado negativo de la tecnología del siglo XXI podría tener implicaciones más graves que la amenaza de devastación nuclear que hemos enfrentado durante décadas”.

Además, escribe el astrónomo real, “las presiones humanas sobre el ambiente global podrían generar riesgos aún mayores de los que implicaban las viejas amenazas como terremotos, erupciones volcánicas o impactos de asteroides”.
Por fortuna, añade Rees, “estas catástrofes a escala global son tan infrecuentes y es tan improbable que ocurran en nuestro periodo de vida que no nos preocupan ni quitan el sueño”. Un ejemplo es el impacto de un gran objeto celeste contra nuestro planeta, sobre el cual los científicos no tienen duda de que ocurrirá. La pregunta relevante es: ¿cuándo?
“Un objeto mayor a un kilómetro de diámetro chocará con la Tierra cada pocos cientos de miles de años y uno de más de 6 km, que podría causar una extinción masiva, lo hará cada cien millones de años”, señala la investigadora Monica Grady de la Open University en un artículo de la revista New Scientist.
Con ello coincide la física Guadalupe Cordero, del Instituto de Geofísica de la UNAM, quien advierte que la energía de impacto de un objeto mayor a 1 kilómetro sería de unos 200 Megatones (millones de toneladas de TNT) o 13 millones de bombas atómicas como las que explotaron en Hiroshima y Nagasaki.
El fin no es inminente

Pero aun en ese escenario catastrófico de choque de un gran asteroide, cabría esperar —como sucedió hace 65 millones de años en lo que hoy es Chicxulub, Yucatán— que desapareciese una gran proporción de las especies (tal vez la nuestra incluida), mas no la totalidad de ellas.

“El mundo como tal tiene una gran probabilidad de desaparecer sólo cuando el Sol se convierta en gigante roja”, añade la doctora Cordero. Los astrónomos estiman que eso sucederá dentro de unos 5 mil millones de años, cuando la estrella agote su combustible (hidrógeno) y comience a expandirse hasta “engullir” a los cuatro mundos más cercanos.
“Todo lo demás que ocurra en realidad no le afectaría a la Tierra como planeta, pero sí a la biota en su superficie. Creo que somos muy pretenciosos al pensar que si los humanos dejamos de existir entonces también el planeta, lo cual es falso”.
Antonio Lazcano, biólogo de la UNAM, dice respecto a la posibilidad de que una gran epidemia pudiera mermar a la población humana: “es obvio que está sujeta a los mismos riesgos que otras especies, pero no hay que menospreciar la diversidad biológica (difícil de borrar) y el papel de la cultura en nuestra evolución”.
Eso sí —reconoce el estudioso del origen de la vida— “tarde o temprano nos extinguiremos”. Sin embargo, es previsible que esto no ocurrirá en el corto plazo: el homo sapiens lleva sólo 200 mil años de existir y, por ejemplo, nuestro pariente evolutivo más cercano, el homo erectus, vivió aproximadamente 1.8 millones de años.

Crean en IPN bebida altamente nutritiva

La alternativa contra la desnutrición contiene ajonjolí, avena, amaranto, quinoa, trigo, cebada, maíz y arroz


Se empleó ajonjolí, avena, amaranto, quinoa, trigo, cebada, maíz y arroz, ya que aportan elementos esenciales para las funciones del organismo (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Domingo 08 de enero de 2012Notimex | El Universal00:09


Como una alternativa a la dieta de los mexicanos, estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) crearon una bebida con la mezcla de ocho cereales que brinda un buen balance energético al organismo y es altamente nutritiva.

El producto fue desarrollado por los alumnos de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) Sheila Contreras Rodríguez, Dolores Maribel Coria Flores, Luis Guillermo García Arteaga, José Santiago Mújica Sánchez y Gerardo Silva Velázquez.

Los estudiantes de la carrera de Ingeniería Bioquímica afirmaron que en la actualidad no existe en el mercado nacional ninguna bebida similar en cuanto al valor proteínico, pues la creada por ellos es superior a cualquiera de venta al público.

Explicaron que para elaborar la bebida denominada "C- 8" emplearon los cereales ajonjolí o semilla de sésamo, avena, amaranto, quinoa, trigo, cebada, maíz y arroz, que conjuntamente aportan elementos esenciales para que el organismo realice sus funciones.

La bebida tiene un agradable sabor, pues incorporaron vainilla y canela en su elaboración, además de que se puede consumir fría o caliente, y con el propósito de que el producto tenga una mayor penetración en el mercado una proporción de ésta es leche libre de lactosa.

Los estudiantes informaron que iniciaron los trámites de la marca registrada y en cuanto concluyan su plan de negocios incubarán el proyecto en el Centro de Incubación de Empresas de Base Tecnológica (CIEBT) del IPN para comercializarlo.

Detallaron que el ajonjolí aporta a la bebida 80 por ciento de ácidos grasos insaturados (omegas 6 y 9), que juegan un importante papel en la regulación del colesterol en la sangre y por ser antioxidantes son cardio y gastroprotectores.

El ajonjolí, aseguraron, es junto con la soya el vegetal más rico en lecitina, la cual facilita la disolución de las grasas en medio acuoso, previene el agotamiento nervioso y cerebral, además de que contiene entre 17 y 29 por ciento de proteínas.

La avena es una buena fuente de fibra, aumenta la capacidad energética y también es rica en proteínas, mientras que el amaranto y la quinoa poseen el mejor balance de aminoácidos esenciales con relación a los cereales, leguminosas y a la carne, además su composición es similar a la del huevo.

Por su parte, la quinoa es altamente rica en omega 3, ácido graso esencial para la constitución de las neuronas, por lo que se asocia con mayor capacidad cognoscitiva, y en el desarrollo fetal e infantil este compuesto juega un papel esencial para el desarrollo cerebral.

Los estudiantes del IPN mencionaron que el trigo, la cebada, el maíz y el arroz aportan a la bebida desarrollada en la planta piloto de cereales de la ENCB , valor proteico que se complementa con los demás ingredientes y le confiere cuerpo al alimento.

Desarrollan prototipo para tratar agua de autolavados

Investigadores de la UAM y de la Escuela de Estudios Superiores de Ecatepec lograron separar el líquido de entre 95 y 99% de aceites y grasas que comúnmente se generan en estos establecimientos


Por sus características biodegradables y biocompatibles, el floculante propuesto por los especialistas para depurar el agua no daña a quien lo manipula (Foto: archivo )
Domingo 08 de enero de 2012Notimex | El Universal00:15


Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y de la Escuela de Estudios Superiores de Ecatepec trabajan un prototipo para tratar las aguas residuales de negocios de autolavado para que sean reutilizadas.

Esa casa de estudios informó que con el uso de esta tecnología se logrará la separación del líquido de entre 95 y 99% de aceites y grasas, con lo que se reusaría para el mismo fin. En un comunicado, la UAM agregó que el invento contribuirá a minimizar el gasto de agua y evitará que líquido altamente contaminado con hidrocarburos llegue al drenaje.

La eficiencia de esta nueva tecnología es superior a la que poseen los separadores convencionales de aceite y grasas, así como de métodos como la electrocoagulación, por lo que el sistema de reutilización es viable en el aspecto económico, aseguró.

La investigadora Judith Cardoso Martínez, de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Unidad Iztapalapa y coordinadora del proyecto, señaló que el tratamiento ya fue patentado por la UAM y en este año el prototipo se escalará con el apoyo financiero del Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal (ICyTDF).

Explicó que esta tecnología está basada en el proceso de clariflocuación, que consiste en adicionar una solución de floculante al agua contaminada y en un lapso de entre 12 a 25 minutos libera casi en su totalidad al líquido de los sólidos suspendidos que se forman durante el proceso.

Por sus características biodegradables y biocompatibles, el floculante propuesto por los especialistas para depurar el agua no daña a quien lo manipula, con lo cual supera por su inocuidad a otros tratamientos convencionales con base en sales de aluminio, cuya acumulación en el cuerpo genera la enfermedad de Alzheimer.

El impacto que podría tener la transferencia de esta tecnología en el gasto de agua es significativo, si se considera que en el valle de México existen casi cuatro millones de automóviles y en el servicio de lavado completo de un vehículo se gasta un promedio de 177 litros, y en el de camiones y tráileres, 880 y mil 100 litros, respectivamente.