Un pequeño laboratorio instalado en el sótano de una vivienda permite a sus habitantes saber si el yogur que se va a introducir al refrigerador contiene metales tóxicos, si las verduras vistas al microscopio están libres de microbios dañinos o inclusive descifrar la configuración genética de los propios habitantes o de las mascotas.
¿Demasiado futurista? No en realidad, pues tal escenario podría materializarse si los más recientes hallazgos de las ciencias genómicas se volvieran de uso y dominio realmente de todos los interesados y no sólo de unos cuantos expertos en los centros de investigación, universidades o compañías farmacéuticas. Al menos tal es la apuesta de los llamados biohackers o biopunks.
Los biopunks son biotecnólogos e informáticos que buscan hacer con las ciencias de la vida lo mismo que en los años 70 hicieron los hackers con las computadoras y programas de cómputo: abrirlos y ponerlos al alcance de todos para que puedan ser mejorados y usados sin ninguna restricción.
“Es una actitud idealista sobre el potencial de la ciencia y la tecnología para cambiar las cosas”, señala Marcus Wohlsen, autor del libro Biopunk, DIY Scientists Hack The Software Of Life (Biopunk, científicos del hágalo usted mismo acceden al programa de la vida). Esta obra y el movimiento que inspira parten de la idea de que en las ciencias genómicas, a diferencia de otras ramas de la investigación, las cosas no han avanzado con rapidez.
“Aún no hemos curado el cáncer y no nos movemos con velocidad suficiente hacia la producción de biocombustibles. Parte del problema es que en el mundo de la biotecnología, tanto en el ámbito académico como en las corporaciones, es demasiado grande, demasiado lento y demasiado cerrado”, considera Wohlsen.
Esta tendencia, como todos los grandes movimientos culturales, cuenta incluso con un manifiesto, expresado en el discurso de defensa del “derecho a la ciencia” que la informática y periodista Meredith Patterson pronunció en un simposio efectuado en la Universidad de California en Los Ángeles. El movimiento también busca abaratarar los equipos y gabinetes de laboratorio para llevarlos a casa.
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