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lunes, 23 de mayo de 2011

Científicos muestran el cobre en temas de salud

Impulsan nuevas aplicaciones de este metal y sus aleaciones para combatir virus, bacterias u hongos
ROPAFinos hilos de cobre inhiben hongos como el del pie de atleta (Foto: CORTESIA INTERNATIONAL COPPER ASSOCIATION )
Lunes 23 de mayo de 2011 Guillermo Cárdenas Guzmán | El Universal


En medio del revuelo desatado durante el rescate de 33 trabajadores atrapados en una mina en San José, Chile, en octubre del año pasado, las cámaras y reflectores de los medios informativos de todo el mundo prácticamente ignoraron un detalle: los calcetines de esos mineros, que les fueron arrojados junto con otros enseres básicos como colchones, toallas o jabones.
¿A quién podía importarle el tipo de calcetines que llevaran puestos? Para comenzar, a sus médicos: gracias a esas prendas hechas con fibras de óxido de cobre entretejidas con materiales convencionales, los mineros lograron que sus pies —enfundados en gruesas botas dentro de un ambiente cálido-húmedo a 700 metros bajo el suelo— permanecieran libres de infecciones durante los más de 60 días que duró su encierro.
Esto fue posible, explica el profesor Guillermo Figueroa, jefe del Laboratorio de Microbiología del Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Chile, debido a las propiedades del cobre para eliminar bacterias, virus y hongos. “En presencia de humedad los hongos encuentran un sitio ideal donde multiplicarse. Si las defensas de la persona (infectada) no bajan, sólo producirán mal olor. Pero si descienden eso puede significar incluso la muerte”, señala el académico.
Del hospital a otros ambientes
En 2008, cuando la Agencia de Protección Ambiental en EU (EPA) autorizó el uso de cobre en superficies de contacto en nosocomios para prevenir infecciones intrahospitalarias, recuerda el científico chileno, el metal tenía pocas aplicaciones adicionales como la fabricación de pinturas anti-hongos y geles pesticidas. Hoy, en cambio, “se está usando en la ropa para la cirugía, en blusas deportivas, en calcetines o en las plantillas de zapatos para evitar la proliferación de hongos o el mal olor".
Diversas culturas de la Antigüedad ya usaban el cobre para fabricar ductos o vasijas; sin embargo, el conocimiento científico detallado de sus propiedades antisépticas se ha desarrollado en los últimos años. Figueroa considera que el detonador de esa tendencia fue el siguiente planteamiento: si el cobre pudo eliminar microorganismos en las peores condiciones posibles (hospitales, donde se concentran muchos microbios), entonces ¿por qué no habría de funcionar en otros ambientes?
Uno de los estudios más recientes al respecto se presentó en 2010. Michael Schmidt, de la Universidad Médica de Carolina del Sur (EU) —quien calcula que 4.5% por ciento de los pacientes hospitalizados adquiere una infección— encontró que poner cobre en superficies de contacto como monitores, sillas o soportes de cama redujo la carga bacterial hasta en 97%. La mayoría de microorganismos identificados fueron de la familia de estafilococos.
“Esta reducción tan consistente y significativa se aproximó a la actividad antimicrobiana observada en condiciones ideales de laboratorio, donde las tasas son mayores el 99.9%”, escribe en un reporte de sus conclusiones Schmidt. Valeria Prado, científica responsable del análisis microbiológico del ensayo señala que “superficies con cobre o aleaciones que contengan más de 90% del metal matan en horas patógenos como P. aeruginosa, Enterobacter y estafilococo dorado".
El mecanismo de acción bactericida, según Prado, investigadora médica de la Universidad de Chile, consiste en que el cobre se une a los lípidos (grasas) y proteínas del microbio, altera su composición y reemplaza a otros elementos como el hierro. Esto produce daños en la mebrana celular. Luego, ya dentro de la célula (en el citopasma) el metal modifica la estructura de otras proteínas y la oxidación resultante conduce a la muerte del microorganismo.
El doctor Figueroa recuerda que muchos otros experimentos, uno de ellos realizado en su laboratorio, han encontrado también que el cobre o algunas de sus numerosas aleaciones en sitios de contacto es más efectivo para eliminar gérmenes que el acero inoxidable. “Si usted deposita bacterias en la superficie de acero frío éstas no se multiplican, pero permanecen viables; en el cobre ya sea frío o caliente, las bacterias mueren en poco tiempo”.
Actualmente, dice un reporte de la Asociación Internacional del Cobre, el mercado de productos con propiedades bactericidas está en desarrollo. Muchas empresas ya fabrican manillas, cerraduras, bisagras, aldabas entre otros objetos, pero no los ofrecen con esos atributos. En México sus propiedades antisépticas todavía no han sido estudiadas ni aprovechadas como lo hacen desde hace años varios países europeos, Israel, Estados Unidos, así como Brasil y Chile, en Latinoamérica.

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