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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Golem II+, robot mexicano que aprende

Científicos del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM se centran en qué y cómo piensa una máquina para generar la Arquitectura Cognitiva Orientada la Interacción que opera en el androide
A decir de sus inventores, Golem II, tiene personalidad múltiple, pues puede ser bromista, sarcástico o solemne (Foto: Especial DGCS-UNAM )
Audio Carlos Arámburo, coordinador de Investigación Científica de la UNAM
Audio Iván Meza, investigador del IIMAS
 
Martes 20 de septiembre de 2011 Redacción | El Universal15:15


Cómo y en qué piensa una máquina, son las preguntas que los investigadores del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) de la UNAM se hacen para perfeccionar el sistema del androide Golem II+ y gracias a ello crearon la Arquitectura Cognitiva Orientada la Interacción (ACOI).
"¿Necesitamos que Golem camine?, este esquema nos permite desarrollar un sistema de navegación para que se desplace; ¿deseamos qué escuche?, podemos instalarle un micrófono; ¿queremos que vea?, ya le adaptamos una cámara de Kinect a manera de ojos. La ACOI hace factible ampliar las capacidades según se nos ocurra, y nos permite hacerlo de manera escalonada, sin empezar de cero, sino siempre en adiciones", explicó Iván Vladimir Meza Ruiz, del IIMAS.
En el cuento Sueños de robot, de Isaac Asimov, un androide de nombre Elvex confiesa haber tenido una experiencia onírica; ante este hecho inusual, dos robopsicólogas intentan pensar como lo haría el autómata para entender las razones de ese fenómeno.
"Aunque se trate de personajes de ficción, esta manera de abordar un problema no es muy diferente a la que emplearíamos quienes nos dedicamos a la inteligencia artificial", comentó Iván Vladimir Meza Ruiz, del IIMAS.
Tanto a él como a sus compañeros, la estrategia de meterse en el "cerebro" de un robot les ha funcionado a la hora de ensamblar a Golem II+, un robot diseñado para realizar las actividades domésticas más diversas, como hallar un objeto en la cocina, desplazarse del comedor a una recámara o incluso reconocer el rostro de los diversos integrantes de una familia para así entablar charlas específicas, según sus edades, gustos e intereses.
"Quizás en el IIMAS no nos preguntamos qué pasa por la ‘mente' de un robot si está inactivo, como en el relato asimoviano, ni si sueña. Lo que queremos saber es qué acontece ahí dentro si está ‘despierto' y trabaja", añadió Meza Ruiz.
¿Robotina?
Pocas palabras tienen un acta de nacimiento tan precisa como "robot". Fue pronunciada en público por vez primera un 25 de enero de 1921, en el escenario del Teatro de Nacional Praga, durante la representación de la obra R.U.R., de Karel Èapek. Esta voz, entonces de nuevo cuño, significa, literalmente "sirviente" y fue creada por el literato checo como alternativa al sustantivo autómata. Desde un principio, el vocablo sugería que este tipo de máquinas debían estar a las órdenes del hombre.
 "Por ello, cada vez son más los interesados en crear los llamados ‘robot de servicio', es decir, aparatos que ayuden con las faenas del hogar", expuso Luis Alberto Pineda Cortés, mejor conocido entre sus colaboradores como "el padre de Golem", pues desde 1998 trabaja en este proyecto.
Quienes han querido llevar a autómatas a lo más íntimo de una casa han tenido algunos logros; por ejemplo, hay un robot que dobla sábanas, aunque demora 20 minutos en cada una.
Adquirir uno de estos modelos aún resulta muy caro y poco práctico si se busca dar salida a las faenas cotidianas, pero que ya tengan movimientos tan finos como para plegar y acomodar cobijas y edredones, ha favorecido la aparición de grupos de entusiastas dispuestos a crear "al mayordomo perfecto".
"Saber que se pueden hacer ese tipo de cosas nos llevó a perfeccionar a Golem, que al principio era un pequeño cubo muy parecido a una aspiradora y mostraba carteles; después fue una máquina empotrada en una pared que jugaba a adivinar cartas, y ahora es un aparato que camina erguido al cual, si le enseñas, es capaz de localizar el control remoto que dejaste tirado o traerte las pantuflas".
"Todo esto es posible porque Golem aprende, a eso hemos dedicado gran parte de nuestros esfuerzos en inteligencia artificial, y por esta razón, cada vez es capaz de hacer más y más cosas"; por ello, al enterarse que en 2012 el certamen RoboCup tendría lugar en México, decidieron inscribirse en la edición 2011 del concurso, que recientemente se desarrolló en Turquía.
"Nos inscribimos en la categoría Robots de Servicio, porque también hay una para máquinas que juegan futbol. Para nuestra aventura de Estambul llevamos a un Golem que, por primera vez, parece humano; de hecho, fue creado a imagen de los atlantes de Tula. Este aparato, que mide 1.50 metros y pesa 32 kilos, tuvo que sortear seis pruebas, lo que le implicó desarrollar habilidades diferentes y, encima, aprender inglés. Además de todo, tras unas clases, Golem es bilingüe", explicó Iván Meza.
¿Y cómo piensa un robot?  
A veces se necesita echar a volar la fantasía no sólo para escribir ficción, sino para resolver problemas muy concretos; por ello Iván Meza dice que de vez en vez dedica algo de tiempo para visualizar cómo piensa un robot.
"Imagina que eres una máquina en medio de un cuarto que de repente abre los ojos; sabes que debes hacer algo, y tienes que ver cómo. Así se comporta Golem, y ponerme en ese escenario me hace entenderlo mejor, y estar cierto de una cosa, que él es un robot con muchas expectativas".
A decir de Iván, este paso, tan indispensable a la hora de desarrollar pensamiento artificial, el ponerse en los zapatos de un autómata, permite entender mucho de cómo pensamos, "pues a fin de cuentas, la computación es la gran metáfora del pensamiento humano".
Se trata de un ejercicio revelador, pues es casi desglosar cómo hacemos determinadas tareas.
"¿Te has puesto a reflexionar sobre todo lo que pasa por tu cabeza si buscas un artículo específico en la cocina, como una caja de cereal?... Nosotros sí, a diario, y hemos constatado que actividades que nos parecen simples, en realidad no lo son. Gracias a Golem hemos detectado qué hay cosas tan complicadas como saber si una puerta está abierta o cerrada. Nosotros lo hacemos automáticamente y damos por hecho que se trata de la cosa más sencilla del mundo, pero por más que intentamos, aún tenemos problemas para que el robot entienda lo sutil de esa diferencia".
Sin embargo, Iván es tajante al señalar que no todo proceso humano es traducible a pensamiento artificial.
 "Hay muchas cosas que no se pueden hacer, pero es sumamente interesante explorar las que sí, e incluso indagar en cuáles nuestra mente es similar en sus procesos a los de un robot. Si me preguntaras en qué se parece nuestra manera de pensar, como equipo de trabajo, a la de Golem, te diría que nosotros, al igual que él, queremos hacer mucho, nosotros también, cada vez que abrimos los ojos, tenemos muchas expectativas".
Con personalidad múltiple
En el libro Yo, Robot, de Asimov, se sugiere por primera vez que habrá robopsicólogos, es decir, científicos dedicados a entender los pensamientos de una máquina.
En la novela, ellos son capaces de detectar en los androides trastornos como paranoias o mitomanías; en la realidad, los especialistas del IIMAS trabajan tan de cerca con robots que pueden hacer diagnósticos que más parecen provenir del diván que de observar una computadora, como el que hace Iván Meza al asegurar: "Golem es un robot con personalidad múltiple".
"¿Cómo me di cuenta? Sólo hay que escuchar cómo habla y se comporta, según la tarea. Si busca un objeto, es de cierta forma y si recorre un cuarto es totalmente distinto, aunque claro, no hay que espantarse de eso, es más bien que somos muchos quienes lo programamos y cada quien deja sus huellas en él. En realidad, se porta un poco como cada uno de nosotros", explicó el ingeniero.
Quienes han visto a Golem en acción coinciden en que a veces es un poco voluble; al principio puede ser sarcástico y saludarte con un mordaz "hola, humano"; quizá un poco impositivo a la hora de dar órdenes, "no te muevas para que pueda reconocerte"; bromista si te pierde la vista, pues grita, "¿dónde estás?, ¡tengo miedo!", y solemne a la hora de presentarse y despedirse.
"Eso es normal si consideramos que todos en el grupo aportamos un poquito para Golem, y en realidad somos muy distintos uno del otro, aunque eso sí, todos tenemos un interés común, hacer que este robot piense, y no sólo eso, todos queremos entender cómo piensa un robot".
La experiencia turca
Golem quedó en el lugar 15 de entre 19 participantes. El prototipo mexicano es capaz de localizar y traer una caja de cereal, pero el alemán podía preparar un desayuno completo, cocinar un omelette y servir un vaso de jugo de naranja, todo con una precisión sorprendente.
"La distancia entre uno y otro era notable, pero esto, más que desalentarnos, nos da nuevas ideas. Quizá ahora busquemos darle una forma un poco más humana y apostar a una de las fortalezas de Golem: que aprende, pero también nosotros lo hacemos... Ahora sabemos qué hacer para la siguiente edición de la RoboCup. Al menos ahora tenemos un par de cosas que queremos poner en práctica", dijo Iván Meza sobre la versatilidad del robot alemán de nombre Cosero, de la Universidad de Bonn, que obtuvo el primer premio.

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