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miércoles, 16 de marzo de 2011

Radiactividad en todos lados

Jorge Antonio Amezquita Landeros, profesor investigador de la UAM Xochimilco, explicó que las dosis y exposición directa a los isótopos radiactivos determinan las mutaciones en las células que se están reproduciendo
BARRERAS. Interponer obstáculos entre la fuente de radiación ayuda a frenar el efecto en el cuerpo (Foto: AP )

Miércoles 16 de marzo de 2011 Renata Sánchez | El Universal00:14



La radiactividad está presente en la vida cotidiana, sin embargo la exposición prolongada, la distancia y la predisposición genética de las personas pueden generar efectos en la salud desde la mutación hasta la muerte masiva de células.
Las autoridades japonesas determinaron evacuar 30 kilómetros alrededor de la planta nuclear de Fukushima para proteger a su población, si bien algunos expertos aseguran que el riesgo no es comparable con la catástrofe de Chernobyl, sí existen posibilidades de dispersión de partículas radiactivas alrededor del mundo y por ende de sus efectos.
Jorge Antonio Amezquita Landeros, profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, explicó que los isótopos radiactivos producen cambios en todas las células que se están reproduciendo.
"Mientras mayor actividad celular se dé en las células mayor probabilidad de mutaciones hay. Los humanos tenemos procesos de reproducción celular a lo largo de la vida, sobre todo el tejido celular en el tracto digestivo y en la piel están cambiando constantemente.
"Por eso las mujeres embarazadas y los niños son quienes corren más riesgo ante la exposición prolongada por que tienen una cantidad masiva de células reproduciéndose. Sin embargo es importante señalar depende de la predisposición genética, predisposición física o si una persona tiene alteraciones en su alimentación son factores determinantes para explicar los efectos en la salud", dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.
El médico cirujano aseguró que  las células más sensibles a la radiactividad son las de la glándula tiroides que regula las funciones anabólicas del cuerpo, su desarrollo y la activación del sistema inmune.
"Una forma que han utilizado en Japón para proteger a su población de los efectos radiactivos es la distribución de pastillas de yodo. Este yodo se acumula en la tiroides e impide que se acumule material radiactivo en la glándula que es la más susceptible en degenerar en cáncer de tiroides", explicó.
Dependiendo el tiempo de exposición y el elemento químico se puede generar mutaciones en las células, muerte en glóbulos blancos y hasta el desarrollo de todo tipo de cánceres o muerte súbita.
Cuando una célula recibe radiaciones, sufre distintas alteraciones, que pueden ser más o menos graves, según la dosis recibida. Si las células afectadas son las que intervienen en la reproducción, los efectos pueden transmitirse de padres a hijos
Radiación en todos lados
El investigador del Departamento de Atención a la Salud de la UAM-X explicó que la radiactividad es una propiedad natural que poseen algunos elementos químicos al emitir partículas electromagnéticas.
La descompensación entre el número de neutrones y protones en el núcleo del átomo los hace inestables y por tanto liberan la energía acumulada en forma de ondas que hacen reaccionar a toda la materia, incluidas las células humanas.
La liberación de esta energía es la fisión nuclear que aprovechan las centrales nucleares para producir electricidad. En condiciones normales se utilizan barras de cadmio y de boro por sus cualidades para absorber los neutrones y regular la reacción, en lo que también ayudan los reactores con múltiples capas que frenan la radiación.
De acuerdo con el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) de España las tres cuartas  partes de la radiactividad que normalmente hay en el medio ambiente proceden de los elementos naturales de la Tierra, en su mayoría del gas radón que se escapa de las rocas como consecuencia de la desintegración del uranio que éstas contienen.
Otro tanto procede de los rayos cósmicos que son filtrados por la atmósfera y también existe la artificial que se utiliza para generar electricidad o con fines médicos.
El CSN asegura que sólo 1% de los niveles de radiactividad habitual lo producen las centrales nucleares operando en condiciones de normalidad. Sin embargo la falla en los sistemas de enfriamiento en los reactores de la planta de la empresa Tokyo Electric Power alertaron a la comunidad internacional al recordar la catástrofe de Chernobyl.
Hasta ahora se sabe que Fukushima ha liberado yodo y cesio (C-137) pero se desconocen las cantidades y la alerta sigue en nivel cuatro según la Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos.
Cada elemento radiactivo tiene su propia vida. Algunas partículas sólo son activas durante períodos de tiempo muy cortos mientras que otras, como el uranio 238, se mantienen activas durante miles de millones de años.
En el transcurso de este tiempo y en sucesivas desintegraciones, los elementos inestables se transforman en otros, para terminar convirtiéndose en elementos estables. De este modo, el uranio 238 se transforma en radón antes de convertirse en plomo.
Este proceso se conoce como periodo de semidesintegración. Cuando ha transcurrido un periodo, la cantidad de sustancia radiactiva se reduce a la mitad así sucesivamente.
"El periodo del uranio-238 es de 4 mil 500 millones de años; el del radio-226, mil 600 años, y el del radón-222, cuatro días", explicó el CSN en un comunicado.
Epifanio Cruz Zaragoza, coordinador de Irradiación y Seguridad Radiológica del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN) de la UNAM, dijo que lo que queda es monitorear las emisiones de la central japonesa y evitar una fundición de uranio, plutonio y alfa, pues ese líquido, al hacer contacto con el núcleo del reactor, provocaría una explosión y  la emanación de elementos radiactivos potencialmente nocivos para la salud.

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