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domingo, 1 de mayo de 2011

“En México hay un desprecio por la inteligencia y el conocimiento”

El concierto de percusiones que ofrece una sola célula sucede en el laboratorio del doctor Ranulfo Romo Trujillo, instalado en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM
INVESTIGADOR. El científico, originario de Sinaloa, se dedica a tratar de entender cómo funciona el cerebro. Hace algunas semanas ingresó a El Colegio Nacional (Foto: ARIEL OJEDA EL UNIVERSAL )
Domingo 01 de mayo de 2011 Thelma Gómez Durán | El Universalclaudia.gomezd@eluniversal.com.mx



En este laboratorio es posible oír el sonido que produce una neurona en plena faena. Se escucha como si fuera una vieja cinta sonora de un bombardeo aéreo: Taca-taca-taca-taca...
El concierto de percusiones que ofrece una sola célula sucede en el laboratorio del doctor Ranulfo Romo Trujillo, instalado en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. La neurona que escuchamos es la de un mono Rhesus, entretenido en realizar una actividad que los científicos le han enseñado. Un microelectrodo capta las señales eléctricas de su neurona y las envía a un sistema de cómputo que las registra en un lenguaje matemático y también las traduce en sonido. Esas señales eléctricas neuronales son las que Ranulfo Romo, y su equipo, estudian para tratar de resolver dudas que aún existen sobre la percepción, la memoria, el aprendizaje, la toma de decisiones e, incluso, la imaginación.
Hace ya varias décadas que Ranulfo Romo se dedica a tratar de entender cómo funciona el cerebro. Sus investigaciones han permitido develar algunos misterios sobre cómo se representa la información en el cerebro y cómo se transforma para realizar funciones como el aprendizaje.
Este sonorense que se graduó como médico cirujano en la UNAM y obtuvo su doctorado en la Universidad de París, Francia, ingresó a El Colegio Nacional el 9 de marzo del 2011. Ese día, leyó un discurso titulado “Crónicas cerebrales”, un repasó de su andar científico. Fue investigador en el Colegio de Francia, en París; en el Instituto de Fisiología de la Universidad de Friburgo, en Suiza; y en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. En 1989 regresó a México. En su cerebro traía un montón de ideas, entre ellas mostrar que en este país se podía hacer investigación de excelencia.
¿No se arrepiente de haber regresado a México?
Para nada podría arrepentirme. Mi balance es mejor de lo que me hubiera imaginado. Desde que me fui, en mi agenda siempre estaba regresar a México. Contra marea regresé y vine porque quise.
Cuando me fui de México, solicité una beca al CONACYT y me la negó, porque no tenía las calificaciones necesarias para ser becado. Me fui a París comisionado por el Instituto Mexicano del Seguro Social, lugar donde trabajaba como investigador en el área de neurociencias.
Al año, el IMSS no me renovó el permiso y me despidió. Pero desde que llegué a París trabajé lo suficiente y me contrataron en el Colegio de Francia. Con el salario que recibí, hice el doctorado, el cual no estaba en mi agenda original, porque me fui como investigador. Soy un científico atípico, porque no viví de las becas del sistema mexicano. La pregunta que ahora me hago es si el CONACYT existe desde los años 70, ¿cuántas becas ha dado, cuántos mexicanos se han beneficiado con estas becas y cuántos habrán regresado al país, cuántos de ellos habrán aportado algo para el país?
 
 
Pero, ser científico en México es algo así como una carrera de obstáculos…
 
Para darle una idea, le cuento: mandé mi proyecto al CONACYT, en la convocatoria del 2009. A finales del 2010, se aprobó. Y todavía no llegan los recursos.
Entonces, dígame ¿cuál es el escenario en el que los científicos hacemos ciencia en México? Estamos inmersos en un mar de caos. El CONACYT tiene una desconexión de la Presidencia, de la Secretaría de Hacienda, de la Secretaría de Educación Pública. Los políticos van por los votos; nosotros, los científicos, estamos fuera de su agenda. La educación y la ciencia no les interesa.
 
¿Es tiempo de que el CONACYT replanté sus objetivos?
 
Si usted hace esa pregunta a cualquier científico mexicano, le va a contestar que el CONACYT ha sido un desastre en los últimos años. El asunto en CONACYT es muy grave, porque no lo toman en serio. En México hay un desprecio por la inteligencia y el conocimiento. La educación es algo serio. Si no tenemos un país educado, vamos a seguir con todo esto que ahora tenemos.
Si una nación como la nuestra quiere tener una sociedad civilizada, educada científicamente, capacitada, con tecnólogos, con literatos, con poetas, con músicos, pues el camino es la educación. Y me parece que hay una falta de compromiso de los gobiernos por la educación. Me da la impresión que los gobernantes, cuando se suben a sus puestos, se les olvida que llegaron ahí por el voto de la gente. Da la impresión de que el único compromiso que tienen es dar discursos vacíos, llenos de palabrería barata. De eso estamos cansados.
 
Si en estos momentos le ofrecieran trabajar en un laboratorio del extranjero, ¿aceptaría?
Creo que no... En primer lugar, toda mi educación la realicé en escuelas públicas. Cuando salí del país, me fui con esa idea: tenía que revertir algo a este país, a mi sociedad. Estuve tentado a quedarme en el extranjero, porque tenía ofertas y los colegas me invitaban a quedarme. Si hubiera sido educado de una forma diferente, posiblemente sí. Pero a mí se me inculcó el amor por la tierra, la cultura, el compromiso, la vocación.
 
Hablemos del cerebro. ¿Cuánto falta conocer sobre su funcionamiento?
Sabemos mucho del cerebro. Más bien, sabemos mucho del sistema nervioso, sobre su anatomía, los aspectos moleculares, el funcionamiento de las células, los circuitos cerebrales. Y sabemos mucho sobre en qué parte del cerebro ocurren los procesos que tienen que ver con la visión, el olfato, el movimiento. Lo que aún desconocemos tiene que ver con las funciones cognitivas, sobre cómo guardamos la información en el cerebro, cómo aprendemos, por qué unos aprenden mejor que otros.
Existe un misterio fascinante: ¿cómo le hace una materia biológica, que es húmeda, formada por células muy frágiles y pequeñas, para guardar información? Y no sólo para guardarla, sino para transformarla. Porque tan pronto como adquirimos información, podemos transformarla en imaginación.
 
¿Qué misterios hay aún sobre la memoria?
No sabemos cómo, de esas células frágiles que son las neuronas, se genera la memoria.
No sabemos si es medular o es eléctrica. Esto es un gran misterio. Para mí, el gran misterio es cómo la materia biológica es capaz de generar tanta información; cómo podemos tener la capacidad para hablar con otro, de integrar tanta información y cómo el cerebro puede manifestar todo lo que tiene adentro.
 
Por ejemplo, la imaginación….
La imaginación es un proceso y tiene que ver con operaciones de alto orden del cerebro, basadas exclusivamente en la memoria.
Ahora todo mundo dice que memorizar es malo, pero la memoria es clave, el asunto es cómo se utiliza. Memorizar es muy bueno, porque si usted guarda información en su cerebro, puede pensar y razonar. No imagino a un individuo que sin memorizar, puede razonar. Lo importante es utilizar la memoria para pensar. Después, viene la imaginación.
 
¿La imaginación es un privilegio exclusivo de los seres humanos?
Parece ser que no. Los experimentos que hemos hecho con los monos Rhesus muestran que ellos tienen imaginación. Los circuitos cerebrales de los primates son complejísimos, los suficientemente complejos para tener imaginación.
 
¿Hasta qué edad termina de desarrollarse el cerebro?
El cerebro está cambiando continuamente, pero hay etapas críticas. Los primeros 9 meses, los primeros cuatro años y la adolescencia son edades muy críticas.
En las primeras etapas se necesita tener una muy buena nutrición para ayudar a tener un adecuado desarrollo del cerebro. En la adolescencia, el cerebro tiene una inundación de hormonas, además cambia la forma de percibir, de aprender, así como de interpretar el mundo.
Ahora, es importante tener claro que el cerebro humano es diferente en cada uno de nosotros. La diferencia puede ser el tamaño de las dentritas de las neuronas. Además, cada neurona es única. Nos han dicho que todos los seres humanos somos iguales, yo creo que todos los seres humanos somos diferentes.
Es cierto, todos tenemos derechos y responsabilidades, pero la biología es implacable y mientras no entendamos las diferencias biológicas, no vamos a entender lo que somos como seres humanos.
 
¿Existe poco cuidado hacia el cerebro?
Sí, porque no hay vanidad con el cerebro. Si nos duele el estómago, lo cuidamos. Si nos fracturamos una pierna, la atendemos. Pero pocas veces atendemos el cerebro. Porque el pensamiento no se ve.
Si se pudiera pensar que el país es un cerebro, ¿cuál sería su diagnóstico de este cerebro llamado México?
Si México es un cerebro, está mal. Porque no interpreta la realidad externa, no guarda la información, no toma las decisiones exactas; además, las decisiones sólo benefician a unos cuantos. En nuestro país hay algo que no tiene lógica; se toman decisiones que no están basadas en las evidencias. En este país se desprecia a la inteligencia.

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