CULTO. La iglesia cristianizó los pasos cenitales del Sol en América, fundiéndolos con festividades como la de la Santa Cruz, el 3 de mayo y la fiesta de Santiago apóstol el 28 de julio (Foto: Archivo EL UNIVERSAL )
Alrededor del 14 mayo de cada año, una comitiva de habitantes del poblado de Jojutla en el estado de Morelos, inician un azaroso ascenso a una de las montañas más altas de la región: Xoxotzin con una ofrenda o huentle, que se dejará en una pequeña cueva en su cúspide alrededor del medio día, con la creencia de que con esto propiciarán un buen temporal agrícola.
La tradición, que se remonta hasta antes de la llegada de los españoles, está relacionada, de acuerdo a la Sociedad Astronómica Urania, con un fenómeno celeste que tenía un gran significado religioso: el paso cenital del Sol, por el centro de México, fenómeno que se produce sólo dos veces al año y que se caracteriza porque el astro se coloca en el lugar más alto del cielo provocando que en dos días los cuerpos no tengan sombras.
En la antigüedad tales eventos eran motivo de grandes celebraciones y rituales, como actualmente lo atestiguan los restos de observatorios cenitales, señaló la agrupación astronómica.
Un ejemplo lo encontramos en Xochicalco en el mismo estado de Morelos con la proyección del disco solar en una cámara subterránea el 15 de mayo y a finales de julio, justo en los días del paso cenital del Astro Rey por esa latitud, así como la alineación de muchos edificios prehispánicos que señalan su salida y puesta en esas fechas.
El paso cenital del Sol, sólo se da en las zonas geográficas localizadas entre el trópico de Cáncer, (hemisferio norte) y el trópico de Capricornio (hemisferio sur), por lo que este fenómeno solo es perceptible en algunas zonas de México.
El ritual
La tradición del huentle en Jojutla, parece ser un vestigio de las antiguas fiestas y ceremonias que tuvieron lugar durante los pasos cenitales del Sol entre las culturas prehispánicas, afirma la agrupación astronómica. Tan arraigado estaba este rito solar en esta zona que incluso, antiguas referencias, señalan que fue prohibida por la Iglesia, por lo que su práctica se realizó durante muchos años de manera clandestina.
La Iglesia cristianizó los pasos cenitales del Sol en América, fundiéndolos con festividades como la de la Santa Cruz, el 3 de mayo, fecha que también marcaba el punto intermedio entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, y la fiesta de Santiago apóstol el 28 de julio, cuando se produce el segundo paso cenital solar.
El paso cenital del Sol sirvió también como referencia para el cálculo de calendarios prehispánicos.
De acuerdo a la agrupación astronómica, el fenómeno depende de la latitud a la que nos encontremos, ocurriendo en fechas más tempranas conforme más cerca estemos del ecuador.
Por ejemplo en el Distrito Federal se produce el 15 de mayo y el 27 de julio, mientras que en Zacatecas ocurre el 6 de junio y 8 de Julio.
La luz del Sol llega con más fuerza durante estos días, debido a que es recibida verticalmente desde el cenit, a diferencia del resto del año que se recibe de manera más oblicua.
La celebración del huentle en Morelos, con su ofrenda de alimentos y bebidas para antiguos Dioses prehispánicos en mayo en el cerro Xoxotzin de Jojutla, es una muestra del profundo conocimiento astronómico de los pueblos prehispánicos y uno de los pocos ritos sobrevivientes en México para celebrar el paso cenital del Sol en México.
La tradición, que se remonta hasta antes de la llegada de los españoles, está relacionada, de acuerdo a la Sociedad Astronómica Urania, con un fenómeno celeste que tenía un gran significado religioso: el paso cenital del Sol, por el centro de México, fenómeno que se produce sólo dos veces al año y que se caracteriza porque el astro se coloca en el lugar más alto del cielo provocando que en dos días los cuerpos no tengan sombras.
En la antigüedad tales eventos eran motivo de grandes celebraciones y rituales, como actualmente lo atestiguan los restos de observatorios cenitales, señaló la agrupación astronómica.
Un ejemplo lo encontramos en Xochicalco en el mismo estado de Morelos con la proyección del disco solar en una cámara subterránea el 15 de mayo y a finales de julio, justo en los días del paso cenital del Astro Rey por esa latitud, así como la alineación de muchos edificios prehispánicos que señalan su salida y puesta en esas fechas.
El paso cenital del Sol, sólo se da en las zonas geográficas localizadas entre el trópico de Cáncer, (hemisferio norte) y el trópico de Capricornio (hemisferio sur), por lo que este fenómeno solo es perceptible en algunas zonas de México.
El ritual
La tradición del huentle en Jojutla, parece ser un vestigio de las antiguas fiestas y ceremonias que tuvieron lugar durante los pasos cenitales del Sol entre las culturas prehispánicas, afirma la agrupación astronómica. Tan arraigado estaba este rito solar en esta zona que incluso, antiguas referencias, señalan que fue prohibida por la Iglesia, por lo que su práctica se realizó durante muchos años de manera clandestina.
La Iglesia cristianizó los pasos cenitales del Sol en América, fundiéndolos con festividades como la de la Santa Cruz, el 3 de mayo, fecha que también marcaba el punto intermedio entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, y la fiesta de Santiago apóstol el 28 de julio, cuando se produce el segundo paso cenital solar.
El paso cenital del Sol sirvió también como referencia para el cálculo de calendarios prehispánicos.
De acuerdo a la agrupación astronómica, el fenómeno depende de la latitud a la que nos encontremos, ocurriendo en fechas más tempranas conforme más cerca estemos del ecuador.
Por ejemplo en el Distrito Federal se produce el 15 de mayo y el 27 de julio, mientras que en Zacatecas ocurre el 6 de junio y 8 de Julio.
La luz del Sol llega con más fuerza durante estos días, debido a que es recibida verticalmente desde el cenit, a diferencia del resto del año que se recibe de manera más oblicua.
La celebración del huentle en Morelos, con su ofrenda de alimentos y bebidas para antiguos Dioses prehispánicos en mayo en el cerro Xoxotzin de Jojutla, es una muestra del profundo conocimiento astronómico de los pueblos prehispánicos y uno de los pocos ritos sobrevivientes en México para celebrar el paso cenital del Sol en México.
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