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miércoles, 11 de mayo de 2011

Libros: Terapia y estímulo para niños vulnerables

Empresas y grupos civiles han creado programas de bunkos y kodomos para fomentar la lectura entre menores maltratados, enfermos o marginados
PROPÓSITO. Los kodomos buscan provocar en los niños -de cero a seis años- un ejercicio reflexivo y de cuestionamiento a través de la lectura (Foto: ESPECIAL )
Miércoles 11 de mayo de 2011 Yanet Aguilar Sosa | El Universalyanet.aguilar@eluniversal.com.mx



Kevin llegó al albergue de Tijuana ciego por los golpes que le propinó su madre, ese niño de año y medio no aceptaba siquiera que lo tocaran; hoy ya pueden cargarlo y leerle en el regazo las historias que sólo imagina. Otro niño de Campeche regresó contento al kodomo porque su padre, por un fin de semana, dejó de drogarse para leerle un libro.
Esa otra niña de apenas tres años que en un mercado de Jalisco trataba de vender sus zapatos para darle de comer a sus dos hermanitos y que ahora está terminando su proceso de adopción, es otra de las cerca de dos mil historias de infantes en situaciones vulnerables que han encontrado en la lectura la posibilidad de conocerse a sí mismos y cambiar su vida, a través de las 12 salas de lectura del programa “Kodomo Toyota. Leer para crecer” que en los próximos años espera llegar a 63 kodomos abiertos en todo el país.
En casas hogar, albergues para madres menores de edad, espacios en zonas marginadas, con altos niveles de violencia, en hospitales, correccionales, comunidades rurales, lejos de cabeceras municipales y escuelas, lugares donde se trabaja con hijos abandonados, no deseados, de padres migrantes, han surgido iniciativas en las que se comparte el gusto por la lectura en niños de primera infancia, que rondan entre los cero y los seis años.
Desde la iniciativa privada, como parte de las acciones de responsabilidad social de empresas como Toyota, Televisa, Fedex y otros tantos donantes anónimos, apoyados en organismos que trabajan en el desarrollo integral de la sociedad como Fundación Merced o que promocionan la lectura por placer como A Leer. IBBY México; o gestiones gubernamentales como la que realiza el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) a través de su programa de Educación Inicial, la lectura ayuda.
En México, donde según datos de 2007 existen 29 millones de infantes, hay miles de historias de niños que viven realidades difíciles y que han encontrado en la lectura el lugar desde el cual asirse, que les proporciona un futuro mejor o provoca en ellos un ejercicio reflexivo y de cuestionamiento.
Algunas iniciativas son incipientes, como recolectar libros para entregarlos a instituciones que trabajen con niños de dos a 12 años que entre abril y junio de este año, emprende Fedex; pero otras, como los kodomos que apoya IBBY México, junto con Fundación Merced y Toyota, con niños de cero a seis años, se basan en la misma metodología probada de las salas de lectura conocidas como bunkos, que tiene IBBY con apoyo de empresas privadas, en hospitales y correccionales, las cuales han dado buenos resultados.
ólo el programa de Conafe apela a la educación formal, las demás iniciativas no pretenden objetivos académicos ni alfabetizar, buscan “que los niños piensen, provocar el pensamiento a través de la lectura”, señala Beatriz Noriega, directora de Inversión Social de la Fundación Merced, quien afirma que cuando hablan de crear sentido y referentes es para “que los niños empiecen a relacionar su propia vida o la vida de los que están a su alrededor y que al final del día puedan decir a su maestra: no a mí me dijeron que leer debe gustarme”.
Los komodos cambian la vida
Kodomo significa niño en japonés, pero en este país se le ha dotado de corazón mexicano. Son salas de lectura que se instalan con organizaciones de la sociedad civil para atender a niños “en desventaja social, que vivan o estén en riesgo de vivir en calle”.
De noviembre de 2009 a la fecha se han instalado 12 kodomos en Tijuana, Campeche, Ciudad Obregón, Puebla, Torreón, Pachuca, Guadalajara, Saltillo, Huixquilucan y el DF, con 300 libros, un librero, tapetes, cojines, carteles y demás material de apoyo.
Alejandro Velasco, de Toyota, asegura que a través de los libros “los niños encuentran una válvula de escape para hablar de sus propios problemas y de su realidad, así saben que no están solos, que aunque sea un personaje imaginario, pasa por la misma situación que él no es capaz de ponerla en palabras”.
La lectura puede cambiar la vida de los niños, así se lo confirman los resultados que dan cuenta que es posible que el niño mejore su calidad de vida, que se involucre con las historias y encuentre otra historia que le de voz a la suya.
“El kodomo es un espacio libre, donde el niño se olvida de preocupaciones cotidianas porque de verdad vienen de realidades muy difíciles, de abandono, de calle, de pobreza extrema. Ahí se les abre un espacio donde se sienten protegidos y cobijados, un espacio que los hace disfrutar y crecer”, dice.
Aunque Beatriz Noriega sabe que en los kodomos “hay niños que aún tienen las marcas físicas y emocionales de los golpes”, la experiencia le dice que para esos pequeños hay un futuro mejor.
“Un niño de Campeche regresó feliz del fin de semana con el libro que la maestra le prestó; su padre, por una vez, le leyó y dejó de drogarse; ese es un futuro mejor, es esta esperanza del niño que dice ‘mi papá está allí’”, dice.
Para la responsable de Inversión social en Fundación Merced, la lectura permite que los niños se den cuenta que hay otros niños como ellos y que pueden sobresalir como ellos, estudiando y teniendo relaciones afectivas. Por eso es tan importante para ellos provocar la reflexión y el pensamiento entre los niños beneficiados. Recuerda que Juan Domingo Argüelles, estudioso de la lectura, dice que el niño lee porque no está de acuerdo con este mundo.
“Un futuro mejor es que el niño puede enfrentar con la lectura los sentimientos o males como el cáncer, en Casa de la Amistad usan el libro porque el niño puede alejarse del dolor cinco minutos, pero también puede enfrentarlo; hay niños que van a sus quimioterapias con por su libro preferido”, dice Noriega.
Los niños que atienden viven una difícil realidad, pero no se han rendido, ahora reflexionan y cuestionan.
Los kodomos apuestan impactar en la calidad de vida de sus niños. De enero y diciembre de 2010 atendieron a mil 881 niños en seis kodomos, allí se leyeron 2 mil 32 libros y se prestaron 2 mil 938. A ellos se suman los niños que han atendido de enero a abril de 2011 también en las nuevas salas.
La iniciativa se basa en apoyar con una sala de lectura a instituciones que ya trabajan con población vulnerable. Así, están por lanzar la tercera convocatoria y seleccionar a seis instituciones más. Esas instituciones proponen a dos voluntarios para que IBBY los convierta en mediadores de lectura, pues el trabajo en los kodomos se basa en la lectura en voz alta.
 Lourdes Morán, coordinadora del programa Bunkos de IBBY México, hermano mayor de los kodomos, asegura que este proyecto con Toyota y Fundación Merced se suma a los espacios de libertad que se han abierto en varias instituciones que atienden a pequeños con la finalidad de promover la lectura, pero también provocando la reflexión y la toma de conciencia.
“En este tipo de espacio se comienzan a generar discusiones en torno a los libros, pero también se empiezan a crear situaciones de respeto por el otro, de escucha, donde todo lo que tienen que decir es importante. La sala de lectura empieza a atravesar transversalmente otras cuestiones; pero también con la vinculación con la familia cuando hay familias”, comenta Moran.
Bunkos por todas partes
Si komodo significa niño en japonés, bunko se traduce como pequeña biblioteca comunitaria. Con ese programa que lidera A leer. IBBY México, con donativos de empresas mexicanas y trasnacionales desde 1993, se han instalado bunkos en casas particulares, y recientemente en hospitales y correccionales donde trabajan con niños en situación de enfermedad o de encierro.
Con Fundación Televisa, desde hace un año, capacitan a mediadores que trabajan en el bunko del Hospital Infantil Federico Gómez, donde se lleva la lectura a las cunas y camas de niños enfermos y se hacen sesiones de lectura.
También desde hace un año, con donativos de empresarios anónimos y recursos del gobierno de la ciudad, trabajan en los seis tutelares del DF.
Lourdes Morán dice que en cada tutelar han instalado una biblioteca, capacitan al personal para que le lea a los muchachos, algunos de los cuales al final del curso se capacitan para convertirse en mediadores de lectura y repliquen la labor, la cual incluso ha logrado que niñas infractoras escriban textos que se han sumado al acervo.
Hay un bunko emblemático para IBBY México, el de Atotonilco, Tlaxcala, donde trabajan con una población muy marginal de no más de 800 habitantes y que realizan desde hace seis años con el apoyo de la Fundación Merced a través del Fondo Munguía.
Con sello institucional
Desde 1993, el Consejo Nacional de Fomento Educativo del gobierno federal atiende a niños menores de cuatro años a través del Programa de Educación inicial, no escolarizada y que habitan zonas de alta y muy alta marginación y que viven en muy alto rezago social.
Actualmente están en más de 23 mil comunidades con 27 mil 757 promotoras educativas que atienden a 452 mil 599 niños y a 424 mil 202 adultos.
A la caza de libros
Por tercer año en México y dentro del programa “Fedex entrega”, la empresa de mensajería ha convocado a la ciudadanía a donar libros. “Al leer el niño aprende cuestiones de cultura y motiva su imaginación y su creatividad. Queremos que desde niños les nazca el placer por leer”, dice Carolina Chong, gerente de recursos humanos de esa empresa que sin embargo recibe libros “tan viejos que ya no sirven”.

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